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FC BARCELONA 1 - 0 R. MADRID

Desde que Guardiola se hizo cargo del banquillo del Barça, no había visto a ningún equipo plantarle cara en el Nou Camp al equipo culé como lo ha hecho el Madrid este domingo. Bien es cierto que la propuesta futbolística era muy dispar a la del conjunto catalán. Ante el toque incansable de Xavi, Iniesta y compañía, los merengues, con las líneas muy juntas a la hora de defender y los zagueros a unos 10 metros de la frontal, robaban balones en zonas que les permitían salir con rapidez a la contra y, sobre todo en el primer acto, se mostraron tranquilos y con el partido todo lo controlado que lo puedes tener ante un conjunto de la categoría del que tenían enfrente (incluso hubo fases donde le quitó la pelota a su rival). Las mejores oportunidades de los primeros 45 minutos las tuvieron Marcelo, que falló el control dando tiempo a llegar a un Puyol que se mostró imperial durante toda la batalla y, sobre todo, Cristiano (sigue gafado contra los azulgranas) que desaprovechó una dejada de Kaká (podría haber tirado) cuando, solo ante Valdés, no pudo adelantar a los suyos debido, en gran medida, a los buenos reflejos del meta local. El Barça planteó el encuentro con su habitual estilo pero con una diferencia. Guardiola sacrificó su referencia en el centro del ataque a la que nos tiene acostumbrados (Ibrahimovic comenzó en el banquillo) por una vanguardia donde se intercambiaban las posiciones Messi, Iniesta y, se suponía, que Henry, pero este está de vuelta de todo y sólo busca lucimiento personal (no entiendo como el francés ha jugado 50 minutos del clásico y Pedrito, ninguno). Alves intentaba aprovechar los espacios generados por su banda ante tanta movilidad, pero nunca pudo sacar jugadas en claro (siempre llegaba algún defensa blanco para interponerse en su avance). Los catalanes pecaron en esta primera mitad de intentar, en demasía, entrar por el centro de una defensa que, ante el no parar continuo de los bajitos, optó por seguir juntita y guardando posiciones sin obsesionarse en seguir cada uno de los movimientos de los rivales. Los culés no encontraban la manera de crear ocasiones claras ante Casillas, varias situaciones inquietantes vivió el portero mostoleño en su área, pero no tuvo que actuar de manera salvadora en ningún momento durante la primera parte. El Madrid se sentía cómodo dejándole la posesión al Barça. Prefería robar el balón con los azulgranas desordenados que tener que crear desde atrás.

A la vuelta de los vestuarios siguió la misma tónica. Los madridistas parecían verse como posibles vencedores ante el máximo rival e Higuaín tuvo otra gran oportunidad a la que, otra vez Puyol respondió de manera espectacular. Hasta ese momento los merengues se habían hecho, quizás, mercedores de algo más que el Barça. El punto de inflexión llegó con el primer cambio del partido. Zlatan salió por Henry. El primer balón que tocó el sueco fue decisivo para la suerte del partido. Sin oposición en el segundo palo, ante la falta de actitud defensiva de Sergio Ramos que no lo siguió en la marca, consiguió empalmar con categoría un centro medido de Alves aprovechando el primer fallo de concentración de la zaga madridista. Faltaba media hora y el choque tomó un cariz totalmente distinto. No perdió intensidad, pero ahora el Madrid necesitaba arriesgar más y los azulgranas no tenían la imperiosa necesidad de buscar la portería contraria. Comenzaba ese rondo infinito en el que te sumergen los hombres de Guardiola cuando no quieren pasar apuros defensivos. La expulsión de Busquets, a 20 minutos del final, lo único que hizo fue intensificar la posesión azulgrana (en realidad la superioridad numérica no fue tal porque Raúl ya estaba en el campo y eso, al nivel que se estaba jugando, es jugar con uno menos). Los locales tuvieron varias oportunidades para sentenciar el choque. Las de Abidal (casi marca su primer gol como profesional del fútbol), Piqué de cabeza o la del final de Messi, con la correspondiente parada milagrosa de Casillas de todos los partidos, fueron las más destacadas. Los merengues lo siguieron intentando. Benzema, que sustituyó a Cristiano cuando el portugués estaba más entonado, tuvo un par de veces el empate en sus botas (le faltó rapidez en una y picardía en otra). No pudieron conseguir la igualada y los catalanes les rebasan en la clasificación aunque, eso sí, demostraron que tienen bastantes más armas que en años anteriores para hacer un fútbol más vistoso, pero que todavía les cuesta, más de lo que se supone por el valor de la plantilla, crear fútbol sin esperar el fallo del rival. El Barça, por su parte, sigue demostrando que jugando al fútbol y dando más pases que el contrario es como se afrontan con más garantías partidos de cualquier índole.

Hoy es un día para que los seguidores de ambos conjuntos se muestren satisfechos con su equipo no como yo, que al mío nos empatan a 1 sin que nos creen ninguna ocasión. Me cago en Bruno.

El crack: Puyol. Gracias al capitán culé los azulgrana mantuvieron su puerta a cero. En, al menos, tres acciones apareció en el último momento para interceptar disparos que llevaban marchamo de gol.

El catacrack: Marcelo. Creo que el brasileño no dio ni un pase a los que llevaban su misma camiseta durante todo el partido. Encima tuvo una ocasión en la que su falta de intensidad impidió que pudiera chutar con más claridad.

El árbitro: Estuvo sigilosamente casero perdonando algunas tarjetas claras a jugadores azulgranas. No influyó en el resultado. La única acción polémica del choque fue un posible penalti de Piqué a Cristiano en la segunda parte. Demasiado light para un partido así, aunque si lo pita tampoco hubiera pasado nada.