Los juveniles jugaron en Torre del Mar y, según me contaron, si alguien que no ha visto nunca un partido de fútbol y lo llevan a este se hubieran ido con la sensación de que este deporte no lo entendería en la vida.
Una primera parte con alguna ocasión para ambos equipos pero ninguna materializada. Resultado gafas y a la caseta.
La segunda parte no tiene explicación, ¿o sí? Porque cuando te dejas apabullar por un equipo que no es mejor que tú y en menos de media hora te han hecho una manita y, sobre todo, cuando heridos en el orgullo, eres capaz de casi remontar un 5-0, la explicación es simple: hay muy pocas ganas de jugar en el equipo juvenil del Rosario.
lunes, 23 de febrero de 2009
¿Y ESTO CÓMO SE EXPLICA?
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